16/11/15

La salida de Alber Elbaz de la Maison Lanvin y otras tristes despedidas


Algo se mueve en las altas esferas de la moda. Parece que la presión de las grandes marcas de lujo es cada vez mayor y cada vez menos soportable. A los diseñadores ya no les basta ser los mejores directores creativos. Tienen que ser estrellas, codearse con celebridades, ir a todas las fiestas en todas las capitales de la moda, publicar sus fotos en Instagram, viajar sin parar para inaugurar tiendas por el mundo, además, claro, de crear unas cuantas colecciones excepcionales por año, cada una de ellas con una puesta en escena más impactante que las anteriores y que las de los demás. 
Los últimos meses han sido bombásticos. A finales de julio, Alexander Wang dejó la Maison Balenciaga, se dice que de común acuerdo con la marca. El 22 de octubre, Raf Simons dejó, por propia voluntad y en el auge del éxito, a la Maison Dior, sueño de cualquier diseñador. El 28 del mismo mes, la Maison Lanvin despide a Alber Elbaz. Algo está pasando.
La fuga de cerebros creativos de las grandes marcas nos hace repensar el actual mercado de la moda de lujo. Y, puestos a pensar, quizás todo haya empezado aquel 11 de febrero, allá en 2010, cuando Alexander McQueen se quitó trágicamente la vida, utilizando para ello el armario ropero. Conociendo la inclinación teatral del diseñador, imposible no ver un ultimo y desesperado guiño a la presión y al peso que la moda ejercía sobre él y su vida.
Un año más tarde John Galliano se encuentra envuelto en un escándalo que le llevó al despido y tornó público su deterioro psíquico y emocional por las drogas y el alcohol. Ese mismo año, el entonces director creativo de Balmain, Christophe Decarnin, no aparece en el desfile de la marca, descansando, por órdenes médicas, de una crisis nerviosa. Estuvo ingresado no se sabe bien el porqué, ni por cuanto tiempo, ni donde. Aunque en su época unos vaqueros Balmain podían llegar a costar 6000€, jamás volvió a Balmain.
Marc Jacobs dejó a Louis Vuitton después de 16 años frente a la marca y de haber sido el responsable por un exitoso cambio de imagen y modernización que multiplicó por cuatro los negocios de la empresa. Después de pasar por dos rehabilitaciones para librarse de sus adicciones (alcohol, cocaína y heroína), Jacobs ahora "solo" cuida de su marca. 
Los diseñadores se quejan de lo que se espera de ellos actualmente en las grandes marcas. Como negocios donde lo importante es vender, tener lucro y aumentar aún más las ventas, las marcas buscan a CEOs del mundo corporativo que, aunque sepan vender productos, tienen poco o ninguno conocimiento del mundo de la moda. A los diseñadores, artistas y creativos por naturaleza, se les impone responder ante unas altas exigencias empresariales por parte de los accionistas. Y entonces la cosa pierde su gracia y llega la hora de la despedida. O te vas, o te derrumbas. Demasiada presión para poco gozo. Ya veremos donde nos llevará todo eso. Pienso en el manifiesto "Anti-Fashion" de Li Edelkoort. La moda, sí, está cambiando.




El caso "Lan Wang"

No se sabe muy bien el motivo que llevó la empresaria china Shaw-Lan Wang
a comprar del grupo L'Oréal, en 2001, la Maison Lanvin. Se dice que ella misma afirmó, entonces, que lo hizo para impresionar a una amiga, apasionada por la marca. Yo jamás me lo he creído pero tengo la secreta intuición de que su nombre, Lan Wang, suena sospechosamente parecido a Lanvin
Quizás la millonaria heredera del periódico United Daily News, sin saber donde invertir sus monedas, decidió apropiarse de una de las más antiguas e importantes marcas francesas y darse el capricho de tener una Maison con "su nombre". Es una teoría totalmente personal, y quizás algo descabellada pero, con los millonarios, nunca se sabe.
El caso es que el pasado mes de marzo salieron rumores de que la empresaria consideraba vender, como socia mayoritaria, la Maison francesa a otra importante familia asiática y de que esa operación se haría todavía este año. Por lo que parece, la decisión de vender la marca se ha transformado en la decisión de despedir a su director artístico, Alber Elbaz.
Ella misma fue la responsable por la contratación de Elbaz, con la intención de rejuvenecer la marca, en 2001. Y él lo hizo. Nos guste o no, jamás olvidaremos esos modelos bailando con sus lujosos atuendos Lanvin al ritmo de Pitbull. Después de 14 años de trabajo, nadie se esperaba su dimisión. Elbaz posee una parte minoritaria de las acciones de Lanvin y, quizás por ello, no abandonó la marca cuando, en 2011, fue sondeado por la Maison Dior para sustituir a John Galliano después de su conocido escándalo y posterior despido por actitudes segregacionistas. 


Los 125 años de la marca se han celebrado con una gran retrospectiva de Jeanne Lanvin, recién clausurada, en el Palais Galliera, en París. De acuerdo con WWD (Woman Daily News) la marca genera al rededor de 250 millones de euros en ventas anuales. Pese a la satisfacción del recién cumplido aniversario, el clima ahora mismo en la Maison Lanvin es de tensión, ya que, a los 330 empleados de la empresa, les ha parecido totalmente injusta la dimisión del director artístico. Él, el director artístico, por lo que parece, lo único que quiere es que lo dejen hacer lo que mejor sabe hacer: divertirse creando moda.


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