30/9/15

La Emoción:

El cebo del momento para pescar consumidores.
Via Pinterest
En los últimos años, más y más voces expertas en branding, marketing y comunicación, hablan de la "nueva" estrategia que las marcas deben utilizar con el objetivo, como no, de conquistar nuevos clientes y fidelizar los que han caído ya en sus redes. Perdonad la metáfora fácil. En el actual mercado, todo parece indicar que la emoción es el cebo perfecto para pescar consumidores. Marcas y productos con historia, dicen. El consumidor quiere saber de donde viene lo que compra, quién lo ha fabricado y cómo.
Y, de repente, parece que el feroz mercado se ha trasformado en el Edén, donde todos trabajan felices, viven bien y ganan lo suficiente. Productos sostenibles, marcas éticas y producción local son prioridad hasta para grandes cadenas. Cada día nos llegan historias bonitas y hasta encontramos embalajes con fotos de sonrientes parejas que garantizan que han cuidado con sus propias manos lo que vas a consumir. Y yo me pregunto: ¿Cuánto de verdad hay en ello? Empiezo a poner en duda la veracidad de tantas marcas y productos con "alma", tanta gente que sabe de todo y no sabe de nada y tantas palabras de efecto sin ningún significado real. Parece que la tan sonada "perfecta vida virtual" de millares de usuarios de las redes sociales ha alargado su telaraña y llega también a marcas y productos.
Estoy tan cansada ya de las "verduritas orgánicas", de las "flores frescas", de las "citas ineludibles" y de lo que viene "pisando fuerte". Veo a tanta gente vendiendo el obvio adornado con palabras de efecto que me parece que la moda ya está haciendo de las suyas. Observando la historia nos damos cuenta que una de las características más peculiares de la moda es diluir movimientos sociales. Ya sean políticos, culturales o de cualquier otro tipo. Una vez que la moda pone sus ojitos en ellos, los absorbe, los mastica, trasformándolos en última tendencia, y los escupe para ser consumidos con fecha de caducidad, hasta la próxima tendencia.

  "Si queremos que las cosas cambien de verdad,
debemos estar atentos para apartar el grano de la paja."

Algunos se resisten un poco más pero, tarde o temprano, todos son absorbidos y acaban siendo diluidos por la moda. Si no, veamos. El movimiento Black Power, el movimiento Hippie, el movimiento Punk son buenos ejemplos. Cuando surgió el Movimiento por los Derechos Civiles, a finales de los años 50 en los Estados Unidos, los afroamericanos pedían justicia y igualdad de derechos para los ciudadanos negros. El "black power", poder negro, fue utilizado como eslogan político asociado al movimiento que se expandió por toda la década de los 60 hasta principios de los 70. Enfatizando la creación de organizaciones e instituciones para defender y promover los intereses y la cultura negra, el movimiento también ponía énfasis en el orgullo racial. El pelo crespo y rizado pasa a ser usado al natural, como símbolo de libertad y orgullosa característica de la raza negra. Solo hay que acordarse de los Jackson Five. Rápidamente las melenas crespas y voluminosas, el pelo salvaje y sin alisar, símbolos del orgullo negro y de su lucha por la igualdad, pasan a estar de moda. Todos se rizan el pelo, se hacen la permanente y asumen el look Black Power. Hasta la niña más querida de America, piel blanca, pelo rubio y ojos azules, Barbra Streisand, aparece en la gran pantalla luciendo un alborotado pelo estilo Black Power en la película "Nace una estrella". El hasta entonces símbolo de la cultura negra ahora es una moda adoptada por gente de todas las razas y muy pocos entienden lo que representa. Se diluye su significado cultural, reivindicativo y político y, poco a poco, pierde su fuerza y desaparece.
Podría seguir haciendo ese análisis a muchos otros movimientos, pero os dejo a vosotros que sigáis con esa reflexión. Si queremos que las cosas cambien de verdad, debemos estar atentos para apartar el grano de la paja. No sé si seremos capaces de cambiar el propio mecanismo de la moda. Y me pregunto si la moda seguiría siendo moda si lo hacemos. Espero al menos que nuestra revolución se haga coherente y firme antes de su autodigestión. Hay certificaciones oficiales que garantizan que marcas y productos hacen y son lo que dicen. Aunque no todo se puede certificar y el mejor método para no dejarse engañar por marcas, productos o personas sigue siendo la información, la formación y la utilización de un proceso muy simple que deberíamos, todos, practicar más a menudo: pensar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario